miércoles, mayo 17, 2006

Desde la Ventana




Dos hombres, ambos muy enfermos, ocupaban la misma
habitación de un hospital.

A uno se le permitía sentarse en su cama cada tarde, durante una
hora, para ayudarle a drenar el líquido de sus pulmones.

Su cama daba a la única ventana de la habitación.

El otro hombre tenía que estar todo el tiempo boca arriba.

Los dos charlaban durante horas.

Hablaban de sus mujeres y sus familias, sus hogares, sus trabajos,
su estancia en el servicio militar, donde habían estado de vacaciones.

Y cada tarde, cuando el hombre de la cama junto a la ventana podía
sentarse, pasaba el tiempo describiendo a su vecino todas las cosas
que podía ver desde la ventana.

El hombre de la otra cama empezó a desear que llegaran esas horas, en
que su mundo se ensanchaba y cobraba vida con todas las actividades,
colores del mundo exterior.

La ventana daba a un parque con un precioso lago.

Patos y cisnes jugaban en el agua, mientras los niños lo hacían con sus
Cometas.

Los jóvenes enamorados paseaban de la mano, entre flores de todos los colores del
arco iris.

Grandes árboles adornaban el paisaje, y se podía ver en la distancia una bella vista
de la línea de la ciudad.

El hombre de la ventana describía todo esto con un detalle exquisito, el del otro
lado de la habitación, cerraba los ojos e imaginaba la idílica escena.

Una tarde calurosa, el hombre de la ventana describió un desfile que estaba
pasando.

Aunque el otro hombre no podía oír a la banda, podía verlo, con los ojos de su mente,
exactamente como lo describía el hombre de la ventana con sus mágicas palabras.

Pasaron días y semanas.

Una mañana, la enfermera de día entró con el agua para bañarles, encontrándose
el cuerpo sin vida del hombre de la ventana, que había muerto plácidamente
mientras dormía.

Se llenó de pesar y llamó a los ayudantes del hospital, para llevarse el cuerpo.

Tan pronto como lo consideró apropiado, el otro hombre pidió ser trasladado
a la cama al lado de la ventana.

La enfermera le cambió encantada y, tras asegurarse de que estaba cómodo
salió de la habitación.

Lentamente, y con dificultad, el hombre se irguió sobre el codo, para lanzar
su primera mirada al mundo exterior; por fin tendría la alegría de verlo él mismo.

Se esforzó para girarse despacio y mirar por la ventana al lado de la cama…y se
encontró con una pared blanca.

El hombre preguntó a la enfermera que podría haber motivado a su compañero
muerto, para describir cosas tan maravillosas a través de la ventana.

La enfermera le dijo que el hombre era ciego y que no habría podido ver ni la pared,
Y le indicó: “Quizás sólo quería animarle a usted”



"ES UNA TREMENDA FELICIDAD EL HACER FELIZ A LOS DEMÁS, SEA
CUAL SEA LA PROPIA SITUACIÓN.
EL DOLOR COMPARTIDO ES LA MITAD DE PENA, PERO LA FELICIDAD
CUANDO SE COMPARTE, ES DOBLE.

"HOY ES UN REGALO, POR ESO SE LE LLAMA PRESENTE."

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

siempre los ojos del corazon veran mas...

Paulina eres muy sensible de alma y muy fuerte de cuerpo .. tu mente debe equilibrar estas virtudes y crear esa armonia que tal vez busques

creete el cuento .. tu puedes

4/8/06 8:46 p. m.  

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